Las más de tres décadas que nos separan del estreno de Gremlins parecen irrelevantes. Tomando una u otra evidencia tecnológica y estética idónea para las aventuras de los años 80, la película sigue siendo electrizante, divertida y con un toque de terror. Una película de miedo suave, porque la intención de su director (Joe Dante) nunca fue hacer una película de terror explícito. Con sus criaturas descontroladas y el cariño por el cine de serie B, Gremlins es un clásico del cine de la década de 1980.

En la primera mitad de los años 80, la comedia y el terror se entrelazaron en un negocio cada vez más popular. Combinar risas y sustos no era nuevo – la Familia Addams hacía eso en la televisión dos décadas antes. Ese equilibrio – aparentemente contradictorio para entonces – vino seguido de producciones del género como Viernes 13, donde el miedo venía acompañado de una pila de cuerpos. Pesadillas en Elm Street, también lanzado en 1984, apostaba por un humor negro extremo. La propuesta de Gremlins, sin embargo, era otra.

Chris Columbus (guionista) concibió la historia inspirada por el ruido constante que los ratones hacían en la lúgubre sala de su loft, tomando prestado el nombre del término acuñado por soldados de la II Guerra Mundial a las criaturas fallidas mecánicas en aviones. Roald Dahl, autor de Charlie y la Fábrica de Chocolate, bautizó el libro poblado de monstruos exactamente como The Gremlins. A continuación, Steven Spielberg leyó el guion y llamó a Joe Dante para ponerse al frente de la dirección.

Hasta entonces, la carrera de Dante se asoció con la copia de mayor éxito de la película Tiburón que el cine había concebido, Piraña. En manos de otro director, el guion de Gremlins habría generado una aventura mucho más violenta y sombría. Dante limó las escenas más pesadas e hizo algo impensable: confirió a sus monstros la personalidad de adolescentes traviesos que coquetean con el terror cuando son dejados sin supervisión.

El peligro real de los gremlins que matan y destruyen a gran escala, encontró un contrapunto en las escenas absurdas, lo que les coloca en escenas hilarantes bailando breakdance en un bar, cantando canciones navideñas o reunidos en un cine para ver el clásico Blancanieves y los Siete Enanitos. La película era una experiencia más intensa que las aventuras juveniles de la época. El clímax, con el jefe villano derritiéndose al Sol, es muy terrorífico.

Junto a Indiana Jones y el templo maldito, lanzada en el mismo año, Gremlins fue responsable de la creación de la restricción PG-13 en el cine americano: nada tan violento que solamente los adultos pudieran ver ni tan inocente que cualquier niño tuviera acceso.

Gremlins, al final, fue un éxito. Con un presupuesto tímido de 11 millones, la película cerró 1984 como la cuarta más taquillera. Por delante estuvieron Superdetective en Hollywood, Ghostbusters (que fue lanzado en el mismo fin de semana y con la misma huella de humor y terror) e Indiana Jones y el templo maldito.

Como el dinero sigue al dinero, después de Gremlins salieron otros productos similares en el cine con criaturas como Critters, Ghoulies, Hobgoblins y Munchies. Ninguno, sin embargo, se ha acercado a la perfección de los monstruos de Joe Dante.

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