La historia que hizo llorar a Spielberg

Ahora escucha la movida de un servidor, cómo acabó rodeado de funkos y tazas de Akira. No fue por un MBA ni por suerte divina, fue por acumular más muñecos que autoestima. Tenía un socio con sueños y pocas facturas, y un día, zas, desapareció con las figuras. Así que un servidor tiró pa’lante, sin ser un dramas, con una grapadora, tres pósters y muchas ganas.

Todo empezó sin querer queriendo. No había plan maestro, ni briefings con proyecciones. Solo un par de frikis —como se decía, antiguamente— con un amor excesivo por lo retro, lo raro, lo que no se encuentra fácilmente, lo que te dicen que no tienen hasta que pones billetacos rosas en la mesa. Y no empezó con merchán y licencias, empezó con lo básico, lo retro, lo vintage, incluyendo robots, wind-ups y otro tipo de artículos propios de un museo vintage en pleno Chernóbil. The Unemployed Philosophers, Kikkerland ThumbsUp (amigos, traidores) y un montón de marcas más raras que perro verde. Ante el panorama, el socio se fue y tuve que buscar un buen suplente.

Había vivido cierto tiempo en 🇬🇧. Ahí arranqué mi primera tienda de licencias como co-propietario. Me las pasaba por la mañana entre brunch y funkeando griales. Era otra vida, con otra energía… pero también con otra incertidumbre. Cuando llegó el Brexit, la cosa se puso fea. Mi compañero se cebó, y se descontroló. Más que fea: impredecible. Y cuando la incertidumbre se cuela por la puerta, el alma emprendedora empieza a mirar hacia otras partes. Y el país te mira mal por la independencia europea. Así que regresé a casa. Sin mucho más que algunas cajas, mis ideas y esa energía rara que te deja la ciudad londinense cuando lo dejas atrás.

En 2019, abrimos una primera tienda en plan pequeño. Muy pequeña. No era un negocio, era una especie de templo personal donde validar eso que llaman: la buyer persona. Cuadros retro, figuras LEGO, relojes de cuerda, pósters, wind-up toys y rarezas que a mí me parecían valiosas, aunque la mayoría de la gente pensara: “¿esto qué ##@?! es?” (y con razón).

Pero lo sorprendente fue que, poco a poco, empezó a llegar gentes, desde los salvajes Internet de hace unos 5 años. Coleccionistas, nostálgicos, tipos raros (como nosotros) que veían en esa tienda algo que no encontraban en otras tiendas. Se abría competencia y un camino.

🏕️ La ruta del bakalao-merch

(2019–2021 · El despertar del fandom)

Comenzamos nuestra aventura como quien sale a la carretera sin mapa, sin expectativas, con un coche cargado hasta el techo de merchandising, sueños y estrés. Fue el inicio de una odisea que nos llevaría a más de 100 eventos de cultura pop, manga, anime, videojuegos y nostalgia por toda España y Portugal. En cada esquina del mapa había una cita marcada: si había público, allí estábamos.

Y lo alternábamos con otra tienda. Otra de esas que olía a vintage. Que denotaba nostalgia por sus poros….

Prácticamente cada fin de semana era un destino nuevo. Desde una feria local en León hasta un salón de videojuegos en Lisboa, pasando por los pasillos de centros comerciales reconvertidos en templos del cosplay. A veces nos tocaba montar stand a las 6 de la mañana; otras, dormir detrás del mostrador o compartir suelo con cajas de stock y ramen instantáneo. Sí, comíamos mal. Dormíamos poco. Pero vivíamos algo que nadie nos podrá quitar: la chispa de una cultura naciente que aún no sabía lo grande que iba a ser.

Los eventos no eran lo que son hoy. Éramos los bichos raros, los freaks apasionados, los primeros colonos del hype. El público aún no estaba entrenado en Funko, en figuras de importación, ni en tiradas limitadas. Pero poco a poco, íbamos sembrando. Stand tras stand, cliente tras cliente, sonrisa tras sonrisa.

Montábamos, desmontábamos, viajábamos. Comíamos bocatas fríos en parkings de Carrefour. Dormíamos en coches, albergues, y a veces ni eso. Aprendimos a optimizar maleteros, a improvisar estanterías con cajas, a regatear mesas rotas de asociaciones y a negociar con organizadores sin riders ni contratos.

Nos convertimos en una especie de «rock band» sobre ruedas, pero en lugar de instrumentos llevábamos muñecos, tazas, camisetas de Dragon Ball y pósters de Studio Ghibli. El merchandising era nuestra música, y los pasillos llenos de otakus nuestro escenario. Volvíamos de un evento y fabricaba más muebles para más artículos. Luego las furgonetas eran un juego de TETRIS.

La tienda online se hizo «de aquella manera» ya tú sabes: en un viaje de ruta camino a uno de los eventos. Y hasta hoy conserva más o menos el mismo código. El envase sigue siendo el mismo, los productos, unos van…otros vienen. Los cabezones…bueno esos no han cambiado mucho, ¿verdad?

🔻 Y entonces… llegaría el COVID.
Todo se detuvo. Los eventos cerraron, los salones se vaciaron, las maletas se quedaron listas pero sin rumbo. Y nosotros, por primera vez en años, dormimos en cama. Con sábanas. Con techo. Con beso de buenas noches que no fuera de tu compañero. El silencio era tan extraño como el frenesí que habíamos vivido. Pero también nos obligó a mirar hacia dentro, hacia nuestras tripas.

Todo tiene un comienzo, un final y un reboot

💥 Del hobby a la locura (2020): Enfermando de nostalgia

Pero claro, todo avance viene con su factura. Y la nuestra llegó sin sobre, sin aviso, sin lacito bonito. Porque cuando te plantas con dos tiendas físicas, un ejército de pedidos, hordas de clientes que preguntan si tienes “ese Funko que no existe” y una agenda llena de eventos con nombres imposibles… tu salud mental se convierte en leyenda urbana.

«¿De dónde sacas esto?” Del sótano secreto. Georgie, acércate. El proyecto personal-comercial creció. Aquello que se gestó como alternativa a un negocio en tierras ya dejadas atrás se había convertido en un proyecto con cashflow. No como un cohete, sino como una bola de nieve mal domada. Abrimos una segunda tienda física e hicimos tienda hermana Geek Souls, esta vez centrada en cultura pop y anime, con más de 60 licencias activas. Nos habíamos convertido, sin darnos cuenta, en un punto de referencia para el frikismo organizado.

Pero… eso también trajo una carga brutal. Mantener dos tiendas físicas en la misma ciudad, abrir stands en otros lugares de manera simultánea, gestionar los pedidos, los clientes, los eventos y al mismo tiempo sobrevivir con salud mental… era un cóctel demasiado cargado.

Era como intentar mantener una rave desde el pc, sin dormir, sin café decente y con una sola vida en el Mario. El cuerpo pedía tregua, el cerebro pedía formato JPG y el alma… bueno, el alma se quedó olvidada detrás del mostrador, junto a un llavero de Final Fantasy y un sobre de ramen sin abrir.

Así que hicimos lo que haría cualquier comerciante nostálgico con delirio de expansión y problemas para decir que no: nos metimos más adentro.

Nos tiramos de cabeza al barro del fandom, pero esta vez en formato roadshow. Pasamos de atender en mostrador a plantar stands como si fuéramos misioneros del retromercado. Centros comerciales, ferias, eventos temáticos. Si había un hueco entre el Burger King y una exposición de Bonsáis, allí estábamos con nuestras cajas, nuestros muñecos y nuestras ojeras nivel jefe final.

Y claro, en medio de todo ese tour frenético, nuestro hijo-web se quedó solo. Ese proyecto online al que habíamos dado forma con cariño y código pegado con saliva… se convirtió en el niño raro del sótano. El hijo del Diablo. El que nadie quiere mirar pero todos saben que tiene poderes oscuros. A ese lo dejamos criando polvo y metiéndole parches como quien arregla una nave espacial con cinta adhesiva.

Pero lo importante es que las propuestas físicas y nuestras tiendas funcionaron, como una abuela con superpoderes. Vendíamos como quien suda nostalgia, a precio de bocata. Muchos consiguieron griales, fantasías y cosas no vistas con facilidad a precios más que ajustados, para un mercado que todavía no había madurado.

Y todo se fue tal como vino…

Y entonces llegó 2020. Pandemia. Cierre de eventos. Caída de ventas físicas. Días de batamanta. Las tiendas físicas dejaron de importar.
Todo lo que nos mantenía vivos se congeló.
Tuvimos que parar. Hibernar. Resetear.

No fue una decisión de negocio. Fue una acción que afectaría al futuro de este sector, pero aún no lo sabíamos. Hasta que llegaron las facturas. Hasta que los sitios seguían más desiertos que el set de The Walking Dead. El cuerpo ya no daba más. El alma necesitaba respirar. Pero el almacén rebosaba…de mercancía zombi. Estaba muerta, pero algo parecía latir en su interior. No cabía nada más allí…para cuando volviéramos 6 meses después.


📦 Y llegaron los almacenes… (2021 – 2022)

Tanto movimiento empezó a llenar cajas. Vivir entre cajas no es glamuroso.
Y no hablo en sentido figurado. Cajas, cajas y más cajas. No podíamos comer demasiado o no podríamos ir a hacer «lo nuestro».
El suelo de la tienda ya no se veía.
La trastienda parecía la habitación de un acumulador compulsivo mezclado con Art the Clown. Y los pasillos, laberintos de cartón.

Y cuando las cajas ya no caben ni en tu respiración, te das cuenta de que lo que parecía un hobbie muy serio… se te ha ido de las manos.

Fue entonces, entre 2021 y 2022, cuando tuvimos que tomar una decisión tan física como emocional: comprar espacio.
Y no uno. Ni dos. 4 almacenes periféricos. El pueblo se nos hacía pequeño.
Uno detrás de otro. Uno más grande que el anterior.
Uno para salvarnos del otro. Y una oficina para controlarlos a todos. Y un local de preparación para exportar, escanear, mover, asignar…ya sabes bro.


«Pasamos de tener una tienda…
a convertirnos en un animal logístico.
Y llegó un punto que moviendo tanto nos olvidamos de todo lo demás.
De los proyectos. De los hobbies. De vivir la vida.
Y ni siquiera lo vimos venir.»

Las estanterías se multiplicaban. Las referencias se apilaban. La gente lloraba afuera, temían porque muriésemos enterrados entre cajas.
Los inventarios ya no eran líneas de Excel. Eran montañas. Las tiendas de la ciudad se acercaban curiosas. Y creamos un negocio alrededor de las primeras tiendas. El inventario salía de 100 en 100. Luego de 500 en 500. Y así.
La gestión se convirtió en supervivencia, algunos repartidores venían….pero nunca salían del lugar….y el negocio, en una criatura mutante con tentáculos que llegaban a distintos lugares, un laberinto de referencias, de EANs, UPCs y sectorizaciones. Pero solo era eso. Mover, catalogar, mover. Bocadillo de jamón. Y por las noches, escoger producto, negociar producto y sacar la billetera. Dejar de comer pa’ comprar más Funkos.


🔁 El modelo B2B que nació para farmear la nostalgia everywhere

El modelo B2B. Ese que nació como un «a ver qué pasa» y «qué hacemos con todo esto» para ir despejando. Y acabó pareciendo una epidemia. De esas que empiezan en un zulo con stock y terminan ocupando media península sin que nadie sepa por qué hay tanto Funko en la estantería de una tienda de barrio con nombre en Comic Sans. Empezó sin plan. Porque los planes son para la gente con tiempo. Y nosotros teníamos producto.
Un montón. Cientos de miles. Unas cajas tan grandes que parecían ataúdes de PVC. Y dijimos: vamos a soltar esto por ahí, pero bien soltado.

Tiendas con escaparate bonito, afluencia decente y la actitud suficiente para comerse la faena de vender trescientos cabezones en una semana. Lo colocábamos bien agrupados, bien peinados para la promo. Cientos de unidades semanales. Y cuando nos pedían que bajáramos el ritmo, no es que volviéramos… es que directamente se lo tirábamos por la ventana. Literal o figurado, da igual.

En menos de lo que canta un logo mal vectorizado, nutríamos catálogos de más de treinta tiendas. Treinta. Desde urbanas con pretensiones hasta locales de provincias que parecían almacenes reconvertidos con luz LED azul.
Y lo hacíamos desde la sombra. No había marca. No había flyer. No había ni firma.
Era marca blanca, distribución ninja, con más stealth que Metal Gear.
Sin marketing.
Sin stories.
Sin post patrocinado.
Solo rotación. Solo producto. Solo margen. A pelo.

¿Y qué dábamos?
Inventario real. Producto que no se conseguía fácil. Stock con sentido.
Comprábamos por volumen, lo servíamos a quien quería hacer farming emocional con merchandising. A los que sabían que tener inventario sin oxígeno es morirse en directo con cara de «otra vez no me llegó».

El coleccionista podía llenar más estanterías. Tapar más ventanas. Discutir con más parejas.
Y los casos de funkodependencia empezaron a brotar como si fueran herpes de Pikachu.

Nos convertimos en la tienda detrás de las tiendas.
La sombra detrás del cosplay rudioso.
El dealer que no sonríe pero que tiene lo que buscas, y lo tiene antes.
Y fue cómodo. Fue molón. Y fue eficiente. Porque cuando tú mueves como reptil por el sistema, lagartija desgraciada.
Nadie te pregunta quién eres, si tu stock es bueno.
Porque ya estás dentro. Ya tienes código. Y mientras los demás se mataban por hacer branding y vídeos con música épica, tú vendías sin hacer ni un tutorial, sin moverte de casa.

El marketing lo hacía otro.
El TikTok lo editaba otro.
Tú movías cajas. Pero movías las buenas.

En este sector, si no gastas, te ignoran. Si no inviertes, te mandan los restos. Si no entras con billete, te dan la caja doblada y el blister arrugado.

Y mientras otros pensaban que vendían exclusivo, nosotros ya habíamos pasado por allí, dejado la caja, y vuelto al almacén. Si vives en el sur… más de una pieza que tienes, pasó por nuestras manos.
Manos lavadas, por cierto. Que esto será underground, pero no cochino.

«No fuimos una start-up de esas con logotipo financiado por Fondos Europeos.
Fuimos una central friki a oscuras. Silenciosa. Gastábamos la paga del finde.
Y funcionaba.»


💰 ¿Pero cuánto funcionaba?

Durante esos años —entre cajas, errores, grandes hits de Camela sonando en los pasillos y palés que ocupaban la plaza— alcanzamos unas cifras que no esperábamos ni borrachos de nostalgia. Ebrios de merch, fuimos incluso al Tívoli World antes de su entierro. Nos captaron los de los marketplaces, como un secta. Luego, tuvimos que apretarles, no querían soltar tajada. Pero la ley es la ley. Algo quedaba después de recortar, recortar y recortar.

  • 💸 +30 millones de euros generados en marketplaces
  • 🛍️ +3 millones de euros en retail directo (físico, eventos, tiendas propias y asociadas) y mis modelos alternativos.
  • 📦 +2 millones de unidades vendidas entre 2021 y 2023, los años de maduración.
  • 📦 +3 millones de unidades vendidas entre 2021 y 2025, los años de evolución y pausa.
  • 🍬 Entre el germen de 2019 y 2021, a saber cuántas fueron: en esa época ni KPIs (indicadores para los expertillos), ni ROAs ni huevadas, los años de principiantes. Suficiente para unos cuantos menuses del Burger King con patatas y coca-colas grandes.

Y no lo hicimos con influencers bailando en TikTok (ni siquiera tengo mis propias redes sociales).
No lo hicimos con humo ni con campañas brillantes.
Ni boicoteando a otros; ni preventeando para desaparecer con la bolsa de dinero de otros.
Ni siquiera tuvimos que hacernos famosos y estar presente entre el ruido en redes sociales y el salvajismo de aquellos que ven enemigos en lugar de hermanos.
Lo hicimos con cajas, con cajas, con cajas. A nuestro rollo y con los cascos puestos. Y con pasión. Y pidiendo dineros a la mama. Gastamos tanto como ganábamos para seguir aumentando. Nos olvidamos de comer, de beber, de hacer todo eso que nos hacía humanos (menos de los chuches y las energéticas). Buscamos todas las redes de distribución y de fabricación en nuestro continente: Holanda, Bélgica, República Checa, Italia, Francia, Alemania no había límites.

Pero ya no importaba. O quizás importaba… pero era demasiado tarde.


📊 Informe 2022 – 2023: el año donde todo explotó

A ver. Ese año… ni pestañábamos. Era el preludio destructivo antes de volver a lo chill. Todo pasaba tan jodidamente rápido que a veces me olvidaba de que tenía cuerpo. Y cuando tienes que recordarte a ti mismo que tienes un esqueleto, es que algo no va bien. O sí. Según se mire. Dormía allí. Literalmente ahí. Arreglando la espalda. Encima de unos pallets de stock que habíamos resignado como cama deluxe edición apocalipsis. ¿Colchón? Un cojín, el que sobró del sofá.

Y al día siguiente, otra vez de pie. Porque aquí no se madruga. Aquí se resucita. Pero también hay que ponerse las gafas de estudiar, hay que sentarse. No es porque quieras. Así que, con una mano en la calculadora y la otra en la frente, llegó el momento: parar y contar. Hacer unos números para control interno.

Desde el sur del flamenco hasta el este del sake, vivía pasando por todos los acentos posibles del inglés y algunos que ni Google Translate se atrevía a pronunciar. España, Portugal, Japón, Estados Unidos, Irlanda, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Polonia, Turquía, Países Bajos, Suiza, Suecia y Austria.
También nos escribían en polaco y con letras kanji sacadas de animes. ¿Y qué hacíamos? Respondíamos con stickers. Mano de santo.

  • 🚚 +600.000 unidades vendidas en un solo lugar, en un solo año.
  • 🌍 Presencia activa en 15 países, con foco en Europa pero también saltos internacionales: 🇪🇸 🇯🇵 🇺🇸 🇮🇪 🇬🇧 🇩🇪 🇫🇷 🇮🇹 🇧🇪 🇵🇱 🇹🇷 🇳🇱 🇨🇭 🇸🇪 🇦🇹 y sus respectivos IVAS.
  • 💥 20 millones de euros en ventas solo en Amazon.
  • 🧃 2 millones de euros entre otras alternativas online y el retail físico. Otras unidades, en otros lugares.

📉 Informe 2023 – 2024: el bajón, la pérdida de la humanidad y el abismo


«Cuando miras demasiado tiempo al abismo,
el abismo te devuelve la mirada (sí tío, la tristeza)

Mientras tanto, aquellos experimentos que fueron la semilla de todo como Nostalgic Play quedaron empolvados en un baúl, como algo que ya ni se recordaba ni se pensaba. Pese a toda la rotación, nada de toda esta experiencia había sido satisfactorio. No hay nada peor que un mal jefe que disfruta dando latigazos. Lo único que ha mejorado es el tiempo libre para centrarse en aquello que te gusta, el tiempo que quieras asignar cada día a jugar a videojuegos.

Estos son algunos de los números de los diferentes países a los años que sucedieron 2023-2024, cuando empezó a palparse el declive emocional, personal y el sentimiento de amor por lo que se hace. No fue tan mal, pero internamente fue desastroso. Vamos a sacar gráficas de esas con rayitas de pulsómetro. Vendimos +600.000 unidades en 15 países generando 20 M€ en Amazon y 2 M€ entre retail y las otras actividades. Luego, entramos en coma.

Sabíamos que ese nivel de años anteriores era complicado para un mercado cambiante y que las ostias con las fichas en la mesa demasiado tiempo son grandes. Así que paramos, nos centramos en no hacer nada, una actividad de completa desconexión. Luego me dí cuenta de que mi compañero Tyler nunca existió y éramos solo yo y los funkos. La cosa entonces se torció porque no había capitán manejando el timón. El producto seguía rotando pero todo iba a cámara lenta. No vimos suficiente compensación, no veíamos ese «socio comercial» de las marcas percibido a pesar del esfuerzo monetario, porque ellas se pusieron de rodillas ante la Gran A (la innombrable).

No vino nadie a darnos una palmadita en la espalda a pesar de haberles aportado billetes (millones) en compras. Con esa parada, muchas cosas cambiaron.
Pero, ¿de qué sirve vender 600.000 cosas si luego estás mal? ¿Si nadie valora toda esa inversión y te conviertes en una pieza de esas que mueven aquí y allá a conveniencia temporal? Todo tiene un efecto cadena más allá de lo que podemos esperar. Así que cuando abandonas el bote siempre hay consecuencias. Pero nos salvaron, a Jack no pudieron salvarlo y murió congelado.

En 2023 decidí bajar volumen.
Por decisión estratégica. Suena bien decirlo así.
Hubo disputas legales por pan, con la gran A, que ese extendieron a 2024.
Todo acabó como «podemos ser amigos».
Queríamos volver a elegir con calma.
Y dejar de empujar catálogos con presión de rotar.
Y dejar de comprar marcas que no agradecen.

  • 📦 +220.000 unidades vendidas en un solo lugar. Y otras muchas en otros lugares. Aquí y allá.
  • 🌍 Misma presencia internacional, pero mejor filtrada
  • 🧮 6 millones de euros en la A, aparte otras cosas en otros lugares
  • 🛍️ 1 millón en el resto de plataformas y ventas retail

Nos desencantamos con la movida que hay detrás de esta gente, y nos fuimos a casa temprano. Y sí, vendimos menos, pero nos equivocamos menos.
Menos devoluciones. Menos de todo. Buenas noches para dormir. Bastante volumen aún pero tranquilos. Tiempo para poder echarse una novia, comprar un perrito y jugar muchas horas al X-COM en casa. Un juegardo. Permítanme ilustrarles:


🤕 El precio real del crecimiento

El crecimiento tuvo un coste.
No solo económico. También humano.

📉 Compras mal gestionadas, te dejas llevar por los colores.
📉 Distribuidores que enviaron productos muertos.
📉 Inventarios que envejecían en palés sin abrir.
📉 Fabricantes haciendo malas elecciones.
📉 La Gran A planeando destruir el mundo.
📉 La Gran F de rodillas.
📉 Catálogos clonados; mismo producto en todas partes.
📉 Más Funkos, todos iguales (o peores). Ni con un foro propio la levantan.
📉 Millones de euros atrapados en artículos sin alma en esos…ojos negros.

Mientras tanto, los otros marketplaces se volvían junglas. La gente hacía facedance y caras raras para vender en TikTok. Crecieron los enanitos: MIRAVIA, Temu, Shein, hasta el sitio ese de bailes empezó a sonar a otro rollo…las cuotas de mercado se centralizaron en un player que monopolizaría el mundo, que devalúa, que destruye negocios y que solo apuesta por sí mismo; y cuando eso pasa algunos se vuelven agresivos con el pastel.
Había que pelear por lo mismo.
Los márgenes se reducían. Los algoritmos no perdonaban. Y yo me fui a casa.

Vimos a compañeros cerrar. Soldados caídos.
Tiendas legendarias. Distribuidoras fuertes perder alianzas.
Y todo por lo mismo: el sistema ya no perdona errores. Los modelos cambian, los sistemas más escalables se vuelven deficientes incluso con todo el instinto merch que le eches. Las marcas no agradecen.

Todo se vuelve un casino de otros…y la casa gana.


«Hemos pasado de intentar ser grandes…
a querer ser diferentes.
Mira mamá, ahora vendo figuritas. «


🧘‍♂️ 2024 – 2025: freno de emergencia y regreso al origen

Estoy cansado, jefe.

Así que en 2024 apretamos el freno nada más empezar.
A tiempo. Y con orgullo. Y mandar muchas cosas al carajo.
Subí a la Montaña para reflexionar. Fuí a ver a mi MADRE al motel, a pedir consejo, pero mi madre nunca estuvo. Fui yo con peluca todo este tiempo.

«No es que bajáramos el ritmo por miedo a morir. ¡SIN MIEDO AL ÉXITO!
Lo hicimos porque ya no tenía sentido seguir corriendo.«

Volvimos al núcleo. A seleccionar. A cuidar. A resistir entre bambalinas.

Absorbimos almacenes completos de distribuidores que cerraban (uno en Italia 🇮🇹 y otro en España 🇪🇸).
Y reestructuramos TODO. Y aquí seguimos.

Somos la resistencia.


📦 Inventario actual (año 2025)

Tienes el producto, controlas. Yo no lo sé pero sí que tenemos bastante de eso y de lo otro. Ya veremos cómo avanza el año (2025). Al final, guste más o menos, si eres dueño de stock y sostienes redes de suministro (pagas la universidad de sus hijos) eres una parte de todo lo que hay entre la fábrica de sueños y el cliente final. Porque a mi me gusta comprar allá donde nos tratan bien, con deferencia profesional, como a cualquiera le gusta ir a una tienda de esas de gente «especial» y que lo traten bien porque lo reconocen (a pesar de ir en chanclas). No necesitamos ir de guays ni presumir de chorradas.

Hoy gestionamos más de +350.000 unidades reales, tangibles, controladas entre +10.000 cajas almacenadas. Son muchas menos de las que tuvimos porque se devoraron por toda Europa y demás. También muchas menos de las que tendremos, porque igual me animo y me compro un almacén o dos para decorar paredes, porque mover lleva tiempo, paciencia y target (si eso de la buyer persona, que al final todos somos un poco John Malkovich). Mañana quién sabrá.

My way, a mi tiempo y como me apetezca. Mi vida ya lleva años en piloto y lo que se haga en adelante es por una enfermedad llamada nostalgia.

En suma, +25.000 productos / EAN diferentes. Las cosas que hay en cajas se reparten así:

  • 🧸 +150.000 unidades Funko, el corazón de la nostalgia metidas hasta en el rincón más oscuro.
    Todas las líneas activas, los regulares, incluso los que nadie quiere, incluso las más despreciadas por los coleccionistas más puros e incluso los británicos 🇬🇧.
  • 👾 +50.000 unidades de rarezas, figuras independientes, licencias alternativas, apostando por el indie licenciado, juguetes de autor, estatuas, arte pop, textil y hasta cosas para tu perro. Cosas que no verás en la gran A (porque ya ni los GPSR ni EN71 las salvó). Cosas que no vienen con trending. Cosas que te miran raro (y por eso molan). Cosas que te traumatizan que no sabes sin bonicas o guapifeas.
  • 🚛 +100.000 unidades en almacenes externos, activadas por catálogo flotante. Corren más rápido que Perdigón.
    Allí duerme el enemigo, tu primo, el de Zumosol… pero también algunas joyas.
  • 🛍️ +50.000 unidades distribuidas a tiendas físicas, eventos, stands y espacios temporales.
    Les damos vida, rotación y sentido al merch pop entre España, Francia y Portugal.

🛑 Lo que no hacemos (y por qué eso importa)

  • ❌ Y no, no vamos a hacer preventas. No hace falta anticipar compra sin producto.
  • No vamos a cobrarte por algo que ni siquiera existe aún.
    No vendemos NFTs. Si no lo gestionamos, no lo cobramos.
  • ❌ No publicamos catálogo clonado, sería malgastar el tiempo propio y el ajeno.
    Hay suficiente “más de lo mismo” en Internet.
    Nosotros estaremos para lo que puede ocupar un espacio, ese que tienen ahí pensado para cuando llegue algo especial, que es más difícil de ubicar, a lo memorable. Los productos no son baratos; tampoco abundantes en el mundo.
  • No enviamos tarjetas de visita. Ahorramos en papel.
  • 🤖 No usamos bots.
    La atención al cliente es por WhatsApp, humana, real y directa. Hablas conmigo, ni soporte ni leches. Pero no despierten a horas intempestivas y sean humanos.
  • Diseñar innovación en los modelos B2B para vender en todas partes, al mismo tiempo, controlando.

🧭 ¿Y ahora qué?

Esto es el tráiler. Ya pronto la estrenan.

Pues eso. Ahora seguiremos, pero con otros objetivos, como digi-evolucionados. Entre el pana y yo, el dúo sacapuntas. Poniendo el dinero a quién lo merece, dejando de ponerlo a quien no lo merece para seguir haciendo inventarios, para seguir comprando almacenes, stocks -del montón- y caramelos.

Ya no se necesita sobrevivir al rollo, sino organizar, distribuir, invertir en lo que a uno le gusta y funciona, donde se da un servicio adecuado al estándar por la peña que esta al principio de la cadena y al final, mercados, clientes B2C y clientes B2B, saber que cuando pones mucho en un stock eres un socio comercial, guste más, guste menos. Te aguantas o te lo cargas todo. Y me dedicaré a mis hobbies de «jubilado» y a este proyecto personal con tanto cariño, para ir sacando cosas interesantes, darle trabajo al blog y al YouTube desde casa, no solo mover productos. Hablar de mis paranoias, llorar, reir, todo eso.

Y de movidas pasaron muchas. Toqué fondo en 2023, caído a un hoyo de esos que ni la niña de The Ring saldría trepando. Me retiré, a gestión remota, lejos del ruido, de las cajas, buscando iluminación en los bosques. Después de un par de años lidiando con eso, encontré una escalera y volví a la gestión, compra e inversión. Yo desde cualquier lugar gestionando como un holograma de Star Wars con el workflow ya masticado; el ayudante entrenado como saiyajin desde el centro de operaciones, operando, manejando materia prima, llegando al corazón de la gente. Llevando amor, mucho.

  • + Control total de inventario, un almacén para controlarlos a todos.
  • + No vamos a masificar el mercado B2C, eso de correr sudando es innecesario. Haremos un servicio específico para catálogos específicos. Sacaremos cuando toque sacar. Y pa’ casa.
  • + Enfoque B2B personalizado, dándole al coco tío.
  • + Buscar la innovación en lo indie y en lo rebelde, en los DKE Toys que se hacen con entusiasmo, en los que no se vuelven esclavos a la Gran A y merece inyectar capital con transacciones tangibles.
  • + Focalizar en marcas que apuesten por las cadenas de suministro (y por quienes las sustentan).
  • + Exploración directa con fabricantes europeos, de los que se portan bien. Al resto ni agua.
  • Subiremos el catálogo esencial, de poco a poco. Hay mucho producto por añadir que todavía sigue rodando.
  • + Solo piezas que generen emoción, no prototipos saciados y carentes de innovación.
  • + Nada de repetir lo que ya está en todas partes, es innecesario competir en ese aspecto, esa mercancía se vende con facilidad y en automático, destinada sobre todo a B2B.
  • + Servicios bajo demanda, no masificados.
  • + Posicionamiento desde la cultura, no desde el algoritmo.
  • + Y tú, si no quieres ser mi amigo, no pasa nada.

¡Calienta que sales! Y todo se traduce en pocas cosas que hacer – pero más o menos bien hechas. como buenamente podamos hacer con las skills desbloqueadas.

  • Apostar por sinergias con más negocios (que trabajen, hay que dar trabajo, ¡trabajo!).
  • El juego ya no va de vender más. Va de vender mejor. O eso dicen los de la corbata. En todas partes….pero chill. Tranquilo, que yo de esto controlo.

Tu amigo y vecino, Oliver.