Si nunca te tembló el pulso al descubrir un Chase en el estante, aún no eres coleccionista de Funko Pop.”

Esa fue la primera vez que supe que esto no iba de muñequitos de vinilo, sino de ansiedad envasada en plástico. Porque, amigo, coleccionar Pops no es solo poner cajitas en una estantería.

Cada Pop lleva un pedazo de tu vida. Hay quien quiere creer que es un hobby inocente, pero detrás de esa pegatina “Exclusive” hay noches sin dormir y carteras vacías. Entre vitrinas y ofertas que se esfuman, entendí que esto es más personal de lo que aparenta.

Empecemos con lo básico: los tamaños. Desde el 4 pulgadas “Big-In Box” que parece diseñado para jefes finales, al 6 pulgadas Super que cabe en casi cualquier estante, pasando por el 10 pulgadas Jumbo que te clava la mirada en el salón, y el 19 pulgadas Mega que, básicamente, es un guardián de estantería. Y no me mires raro: cada uno tiene su mercado, su sticker y su legión de fanáticos dispuestos a todo.

Un poco de palabrejas para entrar en materia

Ahora, los héroes de nuestra jerga:

Chase: esa variación esquiva (1 de cada 6) que te convierte en leyenda… o en un idiota comprando cajas a ciegas.

Freddy Funko: la mascota que nunca muere. Sus ediciones suben más que la criptomoneda, así que guárdalo (si te atreves) para el futuro.

Santo Grial: habla de prototipos, piezas únicas que valen más por lo que significan que por lo que pesan. Pocas alegrías son tan caras.

Variante: cambia el traje, cambia el mundo. No es el mismo personaje, pero el músculo de tu bolsa de plástico sí lo nota.

Y ahora, el diccionario de siglas que separa al novato del viejoven coleccionista:

GITD (Glow In The Dark): Brilla en la oscuridad. Básico en fiestas frikis… y obsesión de muchos.

HTF (Hard To Find): Lo sabrás cuando intentes encontrarlo. Suena genial hasta que pasas semanas con la misma pestaña de tienda abierta.

MIB (Mint In Box): Caja impoluta, figura intacta. Una bendición para tu valor de reventa y una condena si odias el polvo.

PPG (Pop Price Guide): Tu oráculo de eBay. Sí, la “guía” te dice si estás pagando de más o si tu edición vale una fortuna.

WTB (Want To Buy): El “lo quiero ya” de los tablones de Facebook.

HM (How Much): Cuando ves algo bonito y preguntas, sin rodeos, “¿cuánto vale?”.

WTT (Want To Trade): “Cambio mi Spider-Man por tu Batman”. Negocio de trueque para los valientes.

ISO (In Search Of): Esa pieza que ves en sueños y no aparece en tu vida real.

OOB (Out Of Box): Libre de plástico… pero condenado a la duda: ¿perdiste valor o ganaste experiencia?

OOS (Out Of Stock): El látigo mortal de la preventa online.

Si pensabas que solo importan las figuras, espera a descubrir el tinte de cada sticker de exclusividad: Hot Topic, Box Lunch, Funimation, Target… cada uno con su ritual de cacería pop y su oportunidad de convertir tu pedido en una pesadilla de “sin stock”. Estos stickers brillan por su ausencia en Europa y casi siempre son adquiridos a través de sitios especializados de otros países como Australia y Estados Unidos. En ocasiones, raras veces, el excedente pasa a territorio británico y de allí se distribuye por Europa, pero esto no suele ser lo normal.

Y no olvides el número de serie: suele estar escondido debajo de la base o detrás de la cabeza. Si falta serial, sello de licenciante o la pieza parece de plástico barato, lo más seguro es que hayas pillado un bootleg que acabará pudriéndose en la trastienda de una convención de cómics. Pero tampoco te vuelvas obsesivo pues existen muchas variaciones posibles en el mismo modelo que no corresponden a un producto precisamente falso. Muchos modelos son fabricados en distintos lugares por el mismo fabricante de Funko en base a los mismos prototipos y también existen re-lanzamientos que generan variaciones menores que pueden afectar a la caja o a la figura existiendo casos muy conocidos sobre ciertos modelos. Este es el caso de Marty McFly de Regreso al Futuro cuya caja varía entre los números #49 y #61.