
La primera vez que el logo de Fallout cruzó mi vista en un catálogo de Entertainment Earth, no fue en una revista de aduanas ni en un blog de eBay: apareció en la pantalla de una convención perdida en 2018, proyectada en un stand improvisado junto a figuras de The Walking Dead. Ahí, la servoarmadura T‑60 parecía un simple trozo de ilustración; hoy regresa como un bloque sólido de PVC de alta densidad. El pulido mate no disimula las vetas de óxido simuladas, un guiño al taller de modders que se reunían en foros para intercambiar fotos de sus desgastes manuales. Esta edición Élite recoge ese espíritu, y lo cristaliza en un molde que integra refuerzos en hombros y rodillas, sustituyendo las piezas pegadas de antaño por un diseño monolítico donde cada nervadura habla de horas de esculpido en software.





Del desierto ficticio al chaleco táctico
La versión del Ranger de la RNC pertenece a una familia que arrancó en New Vegas con un tono arena uniforme. Aquí, la pintura premium añade motas de óxido en el abdomen y difuminados que recuperan la paleta de los primeros DLC, mezclando siena con ocre para recrear las dunas radiactivas. El chaleco texturizado no es un estampado: cada pliegue reproduce la malla sintética y el forro negro que aparecía en las cajas exclusivas de Walmart en 2020. Las fundas para cargadores, pintadas en plateado desgastado, encajan con una presión medida, tan natural como un cierre de cremallera en Goodsprings.
La articulación de ambos personajes lleva el legado de la Lucy televisiva: la T‑60 suma ocho puntos de giro—incluido un cuello cervical que por fin permite inclinar el casco con suavidad—; el Ranger explora diez ejes de movimiento, compensando un molde original criticado en 2019 por el roce entre hombrera y torso. Al levantar el Gatling Laser, las limitaciones de los codos quedan patentes, pero funcionan como testigo de un diseño fiel al juego: tensión contenida, no error de fabricación.
Accesorios que cuentan historias
Quienes peinaron los lotes de Dogmeat recordarán la figura número 6 de Lucy, con sus 22 piezas: tres caras intercambiables, mochila extraíble, cuatro manos distintas y una base de exhibición. Esta nueva dupla busca un equilibrio distinto. La servoarmadura incluye once elementos: cable de alimentación desmontable, mechero fósil con base imantada, garras hidráulicas y frag grenades que remiten a misiones como “Mothership Zeta”. El Ranger añade trece accesorios, desde un mapa desplegable de Mojave hasta siluetas para recrear emboscadas, pasando por un poncho enrollable que, al extraerse, deja ver un sistema de anclaje corregido tras las críticas a la pieza de Origins.
Cada tarjeta de Puntos Élite recupera el boceto en relieve de Todd McFarlane y la numeración que, en 2012, circuló en PDF informales de Bethesda. Ya no es un simple pedazo de cartulina: sirve como llave para canjear prototipos y recompensas únicas, un testimonio de aquel puñado de coleccionistas que apuraban pujas en eBay para hacerse con la caja exclusiva con logo dorado.
Memoria de lanzamientos y preventas
Sin estridencias, McFarlane añade a la ecuación la llegada de Atlan, el Doom Slayer de 30 cm, unos minutos más tarde. Esa dupla —Fallout y DOOM— se presenta como un puente sutil entre franquicias, evocando aquél polvillo de hilos de Reddit donde se debatían compatibilidades de line art. Walmart, Amazon y Entertainment Earth volverán a ser el frente de batalla de tarjetas cargadas y pantallas congeladas.
La confirmación de la segunda temporada en diciembre y la tercera rodada sin anuncio masivo completan la escena: la vitrina amplía su archivo con figuras que no necesitan un comunicado de Vernon Sanders para demostrar su peso histórico. El logo Elite se alza en dorado discreto, recuperando un refinamiento que muchos esperaron desde la edición de 2016, nunca distribuida en España.
No sorprende la escala estándar de 1:10, pero sí la integración de refuerzos en el molde de la T‑60. La rigidez del codo —un trayecto limitado al alzar armas pesadas— se siente voluntaria, coherente con el realismo del videojuego. Y en el Ranger, el poncho enrollado roza la zona lumbar con una tensión justa: no falla, pero no se despliega con holgura. El reflejo de la insignia de la RNC, pintada a pincel, conserva relieve y remite a las primeras cajas de la línea Origins, donde el bordado fallaba en ceder ante la presión de la mano. Aquí hay precisión, aunque sin fama de infalible.
Quien conserva el blister de la edición Origins de New Vegas recordará el chaleco del Ranger NCR con el tono arena casi uniforme, sin el pincelado de óxido y arena que los foros de modders convirtieron en santo y seña del desierto radiactivo. En esta reedición, las riñoneras presumen de relieve en la insignia de la República de Nueva California, retazos de tela sintética con vetas minúsculas y fundas metálicas para cargadores que encajan con la misma naturalidad que la cremallera de un abrigo en Goodsprings. El rifle de francotirador, ajustado sin forzar el hombro, supera aquel defecto de balanceo que condenó a la pieza de 2020 a un rincón del estante.
Bajo luz neutra, la T‑60 impone su contorno, un bloque escultórico que no necesita soporte extra. El Ranger, en cambio, responde al tacto con un giro de cadera que recuerda a la postura de francotirador en “Giant Zeta”: gesto mínimo, potencia máxima. No hay himnos ni fuegos artificiales; basta girar la figura para apreciar el dorado incandescente del casco y la piel granulada del chaleco. El siguiente capítulo está por escribirse, y esta pareja se suma al archivo personal de quien sabe que el verdadero tesoro está en la suma de refuerzos, barnices y puntos de giro.
El aerógrafo de McFarlane explora degradados de gris oscuro a azul acero en la servoarmadura, redescubriendo planos de mejora que solo Arturo, el NPC zapador, podía ofrecer en la Commonwealth. Los 11 accesorios de la T‑60 —desde un mechero fósil con base imantada hasta garras hidráulicas— surgen con texturas contrastadas: superficies ásperas junto a zonas lisas, testigos de un año de refinamiento en el estudio californiano. Mientras tanto, el Ranger exhibe 13 piezas que van del mapa desplegable al poncho enrollable, cada uno barnizado semibrillo para replicar la sensación de plástico envejecido y su punto justo de flexibilidad.
No se necesita una voz que insista en “lo emocionante” o “lo imprescindible”. Basta con girar la figura en la mano y ver cómo la luz nace en el filo del visor, iluminando las letras “T‑60” estampadas a láser en el hombro derecho. Basta con colocar el Ranger junto al lector de tarjetas de New Vegas, el accesorio multimedia que McFarlane incluyó en 2018, para entender que el valor está en la historia oculta tras la pintura y el molde. El resto es silencio: la vitrina se cierra, queda el ruido tenue del plástico contra metal y la certeza de que este es solo un capítulo más en un archivo que sigue creciendo.
Detalle | Sensación / Referencia |
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Escala | 1:10 (~18 cm), talla estándar de la línea Elite |
Material | PVC de alta densidad, ABS reforzado |
Articulaciones | T‑60 (8 ejes), Ranger NCR (10 ejes) |
Pintura | Aerógrafo con degradados y pátina de óxido |
Accesorios T‑60 | 11 (mechero imantado, garras, cable extraíble) |
Accesorios Ranger | 13 (rifle, mapa Mojave, siluetas, poncho) |
Embalaje | Blíster sellado con logo Elite dorado |
Puntos Élite | Tarjeta grabada en relieve para canjes |
Precio de reserva | 60€ por unidad |